La autoridad constituye esencialmente el atributo que tiene una persona de dar órdenes a través de la posición jerárquica que ocupe. Se supone que esas órdenes deber ser acatadas, cumplidas, en un contexto de entendimiento entre superiores y subordinados.
Vale recordar, por si hiciese falta, que la autoridad existe en diferentes ámbitos de la vida humana en la estructura familiar, empresas u organizaciones, establecimientos educativos, fuerzas policiales, la justicia y hasta quienes gobiernan a un país.
En la sociedad actual, lamentablemente, este concepto quedó olvidado. Precisamente se perdió el respeto a la autoridad ¿Qué duda cabe?
Los hechos cotidianos hablan por sí solos. Las órdenes no solamente son desoídas, desobedecidas, sino que surgen a modo de respuesta y repudio, agresiones verbales o físicas contra las autoridades.
Otrora, padres, docentes, policías, por citar ejemplos concretos, eran receptores de un respeto unánime de la comunidad. En cambio, en los tiempos contemporáneos se ven escenas de agravios, descalificaciones y hasta agresiones físicas hacia ellos.
El problema radica en que se perdieron los valores y numerosos sujetos desconocen qué es correcto e incorrecto, lo cual todo esto se ha naturalizado, indudablemente.
Marcelo Malvestitti